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Políticas de bajas emisiones de Carbono

Políticas de bajas emisiones de Carbono

Las ambiciones de reducción se incrementan significativamente y aparecen nuevas oportunidades

El dióxido de carbono es indispensable para la vida tal y como la conocemos. Sin embargo, y a pesar de estar presente en el planeta de manera natural y sernos tan útil, es un gas que retiene el calor y que, junto a otros como el metano, contribuyen a formar una capa en la atmósfera que impide la evacuación de calor aumentando la temperatura de la superficie de la Tierra, en lo que se conocer como la principal causa del cambio climático.[1]

Este gas forma parte de un ciclo bioquímico que pasa por las capas de la atmósfera, el océano y la tierra, y que permite que la vida sea sostenible en el planeta. Sin embargo, las actividades humanas como la quema de combustibles fósiles han desbalanceado su justa medida, provocando que se acumule mucho más CO2 del que es posible eliminar naturalmente. Este fenómeno, y concepto de “cada grado de calentamiento importa” que ha planteado repetidamente el Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático IPCC, ha llevado a que finalmente las naciones del mundo comiencen a tomar medidas para reducir las emisiones de carbono. La gran mayoría de los compromisos que se han hecho hasta ahora son a mediano y largo plazo, fijando metas para años como el 2030 o 2050. De hecho, más de 70 países se han unido para prometer la neutralidad de sus emisiones de carbono para el año 2050.

No obstante lo anterior, ya hay importantes iniciativas de corto plazo en marcha. En 2021, uniéndose a 31 sistemas regionales de comercio de emisiones (por sus siglass en inglés, ETS), China iniciará un ETS nacional para cubrir inicialmente la generación de energía y calor a partir de plantas de carbón y gas. “Cuando esté operativo, será, con mucho, el sistema de comercio de emisiones más grande del mundo, cubriendo por sí solo más del 14% del CO 2 global de emisiones producto de la combustión de combustibles fósiles”, señaló la AIE.[2]

“Hay países como Chile, por ejemplo, o Alemania, y poco a poco muchos europeos, que han dicho que ya no van a construir más plantas de carbón y que van a empezar a desinstalar, a desmantelar las plantas existentes. Eso es supremamente importante”, explica Claudio Forner experto de la secretaría la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.[3]

Un avance importante ocurrió en Chile, hace unos días inauguraron el proyecto de energías renovables Cerro Dominador, ubicado en la comuna de María Elena, en el corazón del Desierto de Atacama. Esta planta combina una unidad fotovoltaica y solar térmica, y lograra aportar energía 100% renovable al Sistema Eléctrico Nacional, luego de lograr la sincronización con este. Las autoridades indicaron que esta planta forma parte «del compromiso por fortalecer la industria energética de Chile, para acelerar la descarbonización de la Matriz Energética Nacional y crear un futuro más amigable con el medioambiente».[4]

Varios países han anunciado objetivos netos cero, incluidos China, Japón, Corea del Sur y miembros de la Unión Europea. Importantes empresas eléctricas también han declarado ambiciones netas cero, aunque las estrategias a largo plazo para lograrlas siguen siendo poco coordinadas. Aún así, en los EE.UU., a pesar de la falta de mandatos federales para cumplir con los objetivos climáticos, en diciembre, el 70% de las 30 mayores empresas de servicios públicos de electricidad y gas tenían objetivos netos equivalentes a cero.

Costa Rica es un ejemplo concreto y completo de compromiso con la descarbonización. El país ya produce un 99% de su energía eléctrica de fuentes renovables y se ha comprometido a lograr emisiones cero para 2050 en todos los sectores.[5]

Dentro de las grandes áreas de oportunidad de reducción se encuentra el sector transporte. En el mediano plazo, el sistema de transporte puede ser electrificado en su mayoría, y también se puede incrementar la eficiencia para que se utilicen más los sistemas públicos y menos los vehículos particulares.

Sin embargo, aún falta ver cómo los gobiernos manejarán los sistemas de energía heredados. La flota de carbón de India, que ya está pagada, es relativamente nueva, señaló Ganesan, líder del sector energético del Consejo de Energía, Medio Ambiente y Agua de la India. Los operadores todavía están “aferrándose a PPA anteriores que firmaron incluso si los costos variables son altos. No están retirando las plantas más antiguas y, como resultado, creo que hay una acumulación de proyectos de energía renovable que no están dispuestos a incorporarse” debido a los riesgos de exceso de capacidad, dijo. Más aún, si se consideran casos como la baja en los precios de la electricidad para el sector manufacturero que ha sido de un 14% en los últimos años, para casi tres cuartas partes de los países del mundo, generando un desincentivo a la entrada de nuevos actores.

Los países están haciendo la transición a una ruta de crecimiento sostenible con bajas emisiones de carbono y será un cambio paulatino ya que la gran mayoría de los compromisos que se han hecho hasta ahora con respecto al cambio climático son a mediano y largo plazo, fijando metas para años como el 2030 o 2050. Puede pensarse que 30 años para cambiar enteramente la forma como hacemos las cosas y lo que hemos construido durante 100 o 200 años, es acelerado. Sin embargo, las decisiones para lograrlo se tienen que tomar hoy.

Además, los países están haciendo esta transición porque ven muchos beneficios que van más allá de reducir el calentamiento global. Un aire más limpio significa mejor salud y bienestar psicológico. Hay oportunidades para la creación de empleo.[6]

La ONU estima que se podrían generar 65 millones de empleos con bajas emisiones de carbono para 2030. Por ejemplo, la Organización Internacional del Trabajo dice que se crearán 2,5 millones de empleos en electricidad basada en energías renovables, compensando unos 400.000 empleos perdidos en combustibles fósiles. Además, se estima que se pueden crear seis millones de puestos de trabajo haciendo la transición hacia lo que se conoce como una «economía circular» que incluye actividades como el reciclaje y la reparación.

Claudio Forner concluye “En última instancia, esta transición, esta transformación global, representa un mundo nuevo al que debemos adaptarnos, que conlleva costos, pero también enormes oportunidades”.[7]

 

[1] https://news.un.org/es/story/2019/10/1464591
[2] https://www.powermag.com/10-takeaways-from-the-ieas-newest-world-energy-outlook/
[3] https://news.un.org/es/story/2019/10/1464591
[4] https://www.t13.cl/noticia/nacional/chile-primera-planta-termosolar-america-latina-08-06-2021
[5] https://news.un.org/es/story/2019/10/1464591
[6] https://news.un.org/es/story/2019/10/1464591
[7] https://news.un.org/es/story/2019/10/1464591

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